Soy Mariel, nutricionista. Trabajo con adultos y también con niños. Me especializo en dificultades alimentarias en la infancia. Mi trabajo con los niños consiste en lograr que adquieran nuevos hábitos saludables y una alimentación variada, aun cuando vienen a la consulta rechazando varios alimentos. A través del juego, voy ayudándolos a conocer cuáles son los alimentos importantes en nuestra dieta, que nos aportan y cuáles son sus beneficios. Considero, que la mejor forma de aprender es jugando, compartiendo momentos divertidos, y las consultas, no escapan a todo esto. En la primera entrevista, detecto cuáles son los alimentos que rechazan, normalmente son las frutas y verduras, pero también me he encontrado con niños que rechazan otro grupo de alimentos como las legumbres, por ejemplo.
La idea es siempre trabajar sobre alimentación saludable, pero haciendo hincapié en el grupo de alimentos que “no les gustan”, y lo aclaro entre comillas, porque suele tener que ver con comportamientos normales de la edad. Sin embargo, hay que tener en cuenta que es necesario trabajarlos para poder lograr que su alimentación sea completa. En esta etapa es muy importante que aprendan a comer, porque lo que se aprende los primeros años es lo que va a perdurar toda la vida.
Para tener una alimentación variada y de buena calidad, hablando de personas omnívoras, necesitamos incluir todos los grupos de alimentos, como las frutas y verduras, el grupo de cereales y derivados, el grupo de lácteos, el grupo de aceites y el grupo de carnes.
Particularmente, las cartas de “Adivinanzas, pienso, pienso y adivino” me resultan muy útiles, porque jugamos a adivinar (eso les encanta y divierte). Lo bueno, es que con las cartas de adivinanzas, de curiosidad y de sorpresa, aprenden sobre los alimentos, no solo su función, sino también tips que les resultan divertidos para contarle a su mamá o a la persona que cocine en la casa. Por ejemplo, una de las preguntas de las cartas sorpresa es “¿Por qué te hace llorar la cebolla?”. Con esa pregunta, evocamos a la cebolla (que muchas veces es rechazada), la relacionan con acontecimientos que ocurren cuando ven a su mamá cortarla, y ya sin querer nos estamos introduciendo en un alimento que, sin darse cuenta, empiezan a aceptar como natural y propio de la alimentación. Después, yo le agrego algunas otras actividades para lograr como objetivo, que, para la próxima consulta, la hayan probado. Normalmente, resulta muy productivo jugar y da muy buenos resultados.
Es un enorme placer verlos aprender a incorporar los alimentos felices, y no protestando porque “la doctora me dice que tengo que comer cosas que no me gustan” (Bueno, a veces si pasa eso, pero después de un par de consultas se revierte y empiezan a estar contentos de sus propios logros). La mejor retribución para mí, es que estén contentos con sus cambios y los puedan mantener a lo largo de la vida, y no hay mejor manera de aprender que divirtiéndose.